viernes, 2 de julio de 2010

La galaxia del clic


La empresa de telefonía móvil Claro, lanzó a comienzos de este año la campaña: “No nos quedemos quietos”, dirigida especialmente a los jóvenes, impulsando el concepto de estar conectados constantemente, en cualquier momento y lugar. Con una simple conjetura se puede comprender la orientación de la publicidad y su apelación directa hacia los jóvenes. Somos nosotros, la generación de los nativos digitales, los principales consumidores-usuarios de las tecnologías inalámbricas, porque éstas representan nuestra primera red de comunicaciones. El uso simultáneo del celular con otros soportes es algo rutinario para nosotros. Los jóvenes de hoy, hemos presenciado un universo mediático extremadamente diversificado desde nuestra infancia: videocasete, televisión, radio, mp3, mp4, Ipad, Iphone, Ipod, teléfonos celulares, Dvd, Cd, internet, videojuegos, notebooks, y muchas más.

La propuesta del comercial es clara: estar conectado constantemente, en cualquier momento y lugar, a través de Internet Móvil, Smartphone (teléfonos con mail, Internet, chat, etc.) y Netbooks (pequeñas computadoras). Su base son las comunicaciones móviles, basadas en el fácil acceso a Internet móvil, a las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.), al chat, al email, a mensajes de texto y diversas aplicaciones que estos dispositivos tienen. Los publicistas saben que la naturaleza esencial del consumo en la red es la simultaneidad, en el comercial esto queda manifiesto cuando se dice: Ahora tu mail va con vos, podes informarte, aprender, opinar, jugar. Escuchas y nace un artista y te ríes y lo subís, y en 1, 2,3 segundos, en Dinamarca y en Japón se ríen de lo mismo. Los nativos digitales trabajan con varias ventanas abiertas, la del Messenger, el mail, el buscador, sitios de interés, porque simplemente tienen la facilidad para hacer muchas cosas al mismo tiempo.

Morduchowicz plantea que “los adolescentes, en contacto permanente con las pantallas, están acostumbrados a relacionar, a asociar y a comparar. Pero todo ello, con mucha mayor rapidez, inmediatez y fragmentación”. Esto sucede porque estamos acostumbrados a lo que Néstor García Canclini llama la “hiperrealidad de lo instantáneo, porque los jóvenes consagran el presente y se consagran al instante”. Todo en nuestras vidas parece cada vez más efímero, se pierde la ideología pero se gana en estilo, y como resultado vivimos una vida leve y fluida. Basta con observar el ranking de canciones más escuchadas, que sólo duran semanas (contadas excepciones alcanzan al mes), o la velocidad de la información y la comunicación que propicia el olvido: estamos informados de todo, pero no nos enteramos de nada. Una gran paradoja.

Con la llegada de Internet, se han producido ciertas transformaciones como la lectura no lineal, no secuencial, hipertextual, entre otras. Además, las recientes transformaciones tecnológicas, como la interactividad, son claves para comprender el mundo actual. Sin embargo, quizás la transformación más importante es la que analiza Rosalía Winocur, quien plantea que Internet generó la ilusión a los jóvenes de poder poseer y controlar todo de forma instantánea. “Se trata de un imaginario signado por una fuerte ilusión de control y de manipulación del entorno, (…) esta necesidad individual de control de la realidad es explicable porque casi todos los senderos que transitan los jóvenes están repletos de incertidumbres”. Descreimiento hacia lo que sucedió y lo que puede llegar a venir. Pareciera ser que la red es la única garantía o resguardo de la juventud de experimentación del poder efectivo, aunque su implicancia y dimensión sea, únicamente, simbólica.

En la actualidad, para un joven hacer un clic, va más allá de lo que dice la campaña, Todo puede pasar y el boca en boca y el clic en clic cambia todo, la gente se quiere, genera cambios y un clic salva un árbol”. Hacer un clic ha dejado de ser una actitud ante la computadora, para convertirse en una filosofía de vida. Con un solo clic, vivimos la posibilidad de conexión-desconexión, ser visibles o invisibles, de acceder al infinito campo de la navegación que nos permite trascender del límite espacial sin movernos de la certeza del hogar, y también, de poder manipular la realidad virtual. Pero todo esto afecta directamente nuestra subjetividad, más aún con la llegada de la Web 2.0, que como comenta irónicamente Laura Sibilia, “nos ha convertido en las personalidades del momento” (…) mediante una incitación permanente a la creatividad personal, la excentricidad y la búsqueda de diferencias, no cesa de producir copias descartables de los mismo”. Redes sociales como Facebook o Twitter, nos permiten presentar un relato de nosotros mismos, posicionarnos ante el resto de una forma premeditada y dispuesta de tal forma que quede en sintonía con el resto de lo que se considera cool para la juventud. Sin darnos cuenta, en lugar de crear una cuenta de usuario, creamos una nueva forma de ser y estar en el mundo, con un tinte banal de fábrica.

Como sostiene Roxana Morduchowicz, “la cultura popular es uno de los pocos escenarios que les pertenece y es el lugar desde el cual los jóvenes se definen a sí mismos. Los jóvenes se encuentran constantemente en plena construcción de su identidad, buscando su pertenencia entre diferentes grupos sociales y explorando continuamente nuevos significados en su entorno. La cultura popular cumple un papel esencial en ambas búsquedas”. En este sentido, Winocur dice que “ser, o formar parte de uno, o varios grupos, ya no refleja sólo lo que nos permite diferenciarnos frente a los otros, sino la reivindicación de la validez de tales diferencias en el uso, demarcación y simbolización del territorio”.

Por último, la campaña de Claro al proponernos llevar nuestro mundo en el bolsillo, sin quedarnos quietos, afirma lo que Igarza llama “nomadismo tecnologizado”. Para cumplir con las exigencias y demandas de conectividad durante todo el día, la difusión masiva de las tecnologías inalámbricas, permitió sustentar la movilidad como un estilo de vida. Esta es una de las principales características de la comunicación en el presente, la movilidad como requisito para garantizar hiperconectividad a través de un dispositivo o una red. Sin conectividad, las personas ven afectado su desempeño laboral y social, porque el sistema se ve incapacitado de alcanzarlas en algún momento.

Por Gonzalo Martin.

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