viernes, 2 de julio de 2010

El primer eslabón

Como conclusión del trabajo que hemos venido llevando a cabo a lo largo de estos meses, podemos realizar un balance positivo sobre el nivel de análisis logrado en cuanto a dos cuestiones que, a nuestro parecer, fueron claves: lograr una visión crítica y reflexiva de las lógicas que rigen los discursos de los medios.

En primer lugar, intentamos conformar una mirada crítica y contemplativa del discurso de los medios, desmantelando ciertos mitos, como la neutralidad, la objetividad y la supuesta relación transparente entre emisor y receptor. A partir de estos procesos, pudimos identificar sujetos concretos situados en un contexto histórico, social y cultural determinado. Además, atravesamos un proceso de reconocimiento de las condiciones de producción, circulación y consumo de los discursos mediáticos, identificando los intereses y las tramas ocultas de poder.

Por otro lado, pretendimos instaurar una mirada reflexiva sobre las implicancias de los medios de comunicación en la sociedad actual, teniendo en cuenta que son los mass media los encargados de producir la realidad a través de las narraciones de los hechos. En este sentido, identificamos las lógicas de la espectacularización, que traen aparejadas, principalmente en el ámbito político, el desencanto, una visión deshistorizada y deshistorizante que conforma una realidad atomizada, a través de bombardeos de noticias que priman la pelea sobre el debate, siguiendo las lógicas de un periodismo mosaico que termina propiciando átomos de cultura sin relación entre sí.

Por último, este proceso conllevó para nosotros un desafío muy importante, al plantearnos la necesidad de apartarnos de una cultura mediática que nos atraviesa a diario, en la cual interactuamos tanto como productores y consumidores. En este sentido, tenemos la necesidad, como futuros comunicadores, de estudiar los medios como procesos complejos, para lo cual debemos desnaturalizar ciertas lógicas que, por presentar una cierta continuidad temporal y estar constantemente legitimadas por la sociedad, impiden llegar, superficialmente, al epicentro de los conflictos.

Por Gonzalo Martin y Manuela Papaleo

Globalización y fragmentación


En la vorágine del mundo en el que vivimos, se hace necesario frenar. Detenernos y analizar dónde estamos parados y hacia dónde queremos ir. En este sentido, Daniel Mato propone explicar y argumentar su teoría sobre la necesidad de desfetichizar eso que todos llamamos globalización. Este autor advierte a quienes demonizan la globalización, que están cometiendo un error grave: la represetan como si se tratara de una fuerza suprahumana que actuaría con independencia de las prácticas de los actores sociales. Es por eso, dice Mato, que no se detienen a analizar cómo participan diversos actores sociales en la producción de formas específicas de globalización. En este contexto, la propuesta del autor se basa en estudiar las interrelaciones de tipo global-local entre las prácticas de los actores, con una mirada cultural, observando especialmente cómo se produce el sentido común de esta época, y más específicamente ciertas representaciones de carácter hegemónico que orientn las transformaciones sociales en curso. Así es que plantea no hablar de “globalización” en singular, sino de procesos de globalización, ya que esta expresión sirve para designar de manera genérica a los numerosos procesos que resultan de las interrelaciones que establecen entre sí actores sociales a lo ancho y largo del globo y que producen globalización, es decir, interrelaciones complejas de alcance crecientemente planetario. Vale aclarar, en concordancia con Mato, que la globalización no es un fenómeno unirideccional, sino que juega en múltiples direcciones.

Haciendo referenci a la importancia que tienen los actores sociales dentro de los procesos de globalización, no se puede dejar de mencionar el papel cada vez más protagónico que toman los jóvenes dentro de estos procesos. En este sentido, Roxana Morduchowicz plantea que los jóvenes viven una experiencia cultural distinta, nuevas maneras de percibir, de sentir, de escuchar y de ver, directamente relacionadas con la utilización de tecnologías de la información y la comunicación. La autora plantea que “la relación (de los jóvenes) con los bienes culturales como lugar de negociación-tensión con los significados sociales; el consumo cultural como forma de identificación-diferenciación social y la consolidación de una cultura-mundo que repercute en los modos de vida, en los patrones socioculturales, en el aprendizaje y, fundamentalmente, en la interacción social”.

La imagen seleccionada para abordar este eje simboliza la supuesta homogeneización que producen las nuevas tecnologías, representando a cada continente con una tecla de una computadora. Esta falsa de idea de igualdad esconde los fenómenos de fragmentación social y el creciente aumento de la brecha entre países ricos y pobres, entre incluídos y no incluídos. En este contexto se establece la idea propuesta por Thompson: “el desarrollo del sistema global sería esporádico y desigual: relejaba fluctuaciones en la actividad económica y asimetrías fundamentales en la distribución del poder”. Estas lógicas se dan también entre los jóvenes, y Morduchowicz lo plantea en su investigación. La autora manifiesta que la relación de los jóvenes y las pantallas no puede abordarse sin tomar en cuenta las brechas sociales que existen entre los jóvenes “conectados” y los “desiguales y desconectados”. En su trabajo, Morduchowicz comprende que los incluidos son quienes están conectados, mientras que los otros son los excluidos, quienes ven rotos sus vínculos al quedarse sin trabajo, sin casa, sin conexión. En este sentido, y como lo plantea la autora, “estar marginado es estar desconectado”.

Por Manuela Papaleo

La galaxia del clic


La empresa de telefonía móvil Claro, lanzó a comienzos de este año la campaña: “No nos quedemos quietos”, dirigida especialmente a los jóvenes, impulsando el concepto de estar conectados constantemente, en cualquier momento y lugar. Con una simple conjetura se puede comprender la orientación de la publicidad y su apelación directa hacia los jóvenes. Somos nosotros, la generación de los nativos digitales, los principales consumidores-usuarios de las tecnologías inalámbricas, porque éstas representan nuestra primera red de comunicaciones. El uso simultáneo del celular con otros soportes es algo rutinario para nosotros. Los jóvenes de hoy, hemos presenciado un universo mediático extremadamente diversificado desde nuestra infancia: videocasete, televisión, radio, mp3, mp4, Ipad, Iphone, Ipod, teléfonos celulares, Dvd, Cd, internet, videojuegos, notebooks, y muchas más.

La propuesta del comercial es clara: estar conectado constantemente, en cualquier momento y lugar, a través de Internet Móvil, Smartphone (teléfonos con mail, Internet, chat, etc.) y Netbooks (pequeñas computadoras). Su base son las comunicaciones móviles, basadas en el fácil acceso a Internet móvil, a las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.), al chat, al email, a mensajes de texto y diversas aplicaciones que estos dispositivos tienen. Los publicistas saben que la naturaleza esencial del consumo en la red es la simultaneidad, en el comercial esto queda manifiesto cuando se dice: Ahora tu mail va con vos, podes informarte, aprender, opinar, jugar. Escuchas y nace un artista y te ríes y lo subís, y en 1, 2,3 segundos, en Dinamarca y en Japón se ríen de lo mismo. Los nativos digitales trabajan con varias ventanas abiertas, la del Messenger, el mail, el buscador, sitios de interés, porque simplemente tienen la facilidad para hacer muchas cosas al mismo tiempo.

Morduchowicz plantea que “los adolescentes, en contacto permanente con las pantallas, están acostumbrados a relacionar, a asociar y a comparar. Pero todo ello, con mucha mayor rapidez, inmediatez y fragmentación”. Esto sucede porque estamos acostumbrados a lo que Néstor García Canclini llama la “hiperrealidad de lo instantáneo, porque los jóvenes consagran el presente y se consagran al instante”. Todo en nuestras vidas parece cada vez más efímero, se pierde la ideología pero se gana en estilo, y como resultado vivimos una vida leve y fluida. Basta con observar el ranking de canciones más escuchadas, que sólo duran semanas (contadas excepciones alcanzan al mes), o la velocidad de la información y la comunicación que propicia el olvido: estamos informados de todo, pero no nos enteramos de nada. Una gran paradoja.

Con la llegada de Internet, se han producido ciertas transformaciones como la lectura no lineal, no secuencial, hipertextual, entre otras. Además, las recientes transformaciones tecnológicas, como la interactividad, son claves para comprender el mundo actual. Sin embargo, quizás la transformación más importante es la que analiza Rosalía Winocur, quien plantea que Internet generó la ilusión a los jóvenes de poder poseer y controlar todo de forma instantánea. “Se trata de un imaginario signado por una fuerte ilusión de control y de manipulación del entorno, (…) esta necesidad individual de control de la realidad es explicable porque casi todos los senderos que transitan los jóvenes están repletos de incertidumbres”. Descreimiento hacia lo que sucedió y lo que puede llegar a venir. Pareciera ser que la red es la única garantía o resguardo de la juventud de experimentación del poder efectivo, aunque su implicancia y dimensión sea, únicamente, simbólica.

En la actualidad, para un joven hacer un clic, va más allá de lo que dice la campaña, Todo puede pasar y el boca en boca y el clic en clic cambia todo, la gente se quiere, genera cambios y un clic salva un árbol”. Hacer un clic ha dejado de ser una actitud ante la computadora, para convertirse en una filosofía de vida. Con un solo clic, vivimos la posibilidad de conexión-desconexión, ser visibles o invisibles, de acceder al infinito campo de la navegación que nos permite trascender del límite espacial sin movernos de la certeza del hogar, y también, de poder manipular la realidad virtual. Pero todo esto afecta directamente nuestra subjetividad, más aún con la llegada de la Web 2.0, que como comenta irónicamente Laura Sibilia, “nos ha convertido en las personalidades del momento” (…) mediante una incitación permanente a la creatividad personal, la excentricidad y la búsqueda de diferencias, no cesa de producir copias descartables de los mismo”. Redes sociales como Facebook o Twitter, nos permiten presentar un relato de nosotros mismos, posicionarnos ante el resto de una forma premeditada y dispuesta de tal forma que quede en sintonía con el resto de lo que se considera cool para la juventud. Sin darnos cuenta, en lugar de crear una cuenta de usuario, creamos una nueva forma de ser y estar en el mundo, con un tinte banal de fábrica.

Como sostiene Roxana Morduchowicz, “la cultura popular es uno de los pocos escenarios que les pertenece y es el lugar desde el cual los jóvenes se definen a sí mismos. Los jóvenes se encuentran constantemente en plena construcción de su identidad, buscando su pertenencia entre diferentes grupos sociales y explorando continuamente nuevos significados en su entorno. La cultura popular cumple un papel esencial en ambas búsquedas”. En este sentido, Winocur dice que “ser, o formar parte de uno, o varios grupos, ya no refleja sólo lo que nos permite diferenciarnos frente a los otros, sino la reivindicación de la validez de tales diferencias en el uso, demarcación y simbolización del territorio”.

Por último, la campaña de Claro al proponernos llevar nuestro mundo en el bolsillo, sin quedarnos quietos, afirma lo que Igarza llama “nomadismo tecnologizado”. Para cumplir con las exigencias y demandas de conectividad durante todo el día, la difusión masiva de las tecnologías inalámbricas, permitió sustentar la movilidad como un estilo de vida. Esta es una de las principales características de la comunicación en el presente, la movilidad como requisito para garantizar hiperconectividad a través de un dispositivo o una red. Sin conectividad, las personas ven afectado su desempeño laboral y social, porque el sistema se ve incapacitado de alcanzarlas en algún momento.

Por Gonzalo Martin.

Mediatización de la experiencia

El lenguaje/5

Unos antropólogos recorren los campos colombianos de la costa del Pacífico, en busca de historias de vida. Y un viejo les pide:

- No me graben a mí, que hablo muy feo. Mejor a mis nietos.

Muy lejos de allí, otros antropólogos recorren los campos de la isla de Gran Canaria. Y otro viejo les da las buenas horas, les sirve café y les cuenta historias alucinantes con las más sabrosas palabras. Y les dice:

- Nosotros hablamos feíto. Ellos sí que saben, los muchachos.

Los nietos, los muchachos, los que hablan bonito, hablan como la tele.

Eduardo Galeano. Patas arriba: la escuela del mundo al revés.

Este apartado de Eduardo Galeano nos sirve para reflexionar acerca de los cambios sociales y culturales que generó la extensión masiva de los nuevos dispositivos tecnológicos, en este caso, la televisión. En este sentido, es necesario tener siempre presente la idea que plantea Raymond Williams acerca de que los sistemas de comunicaciones deben considerarse siempre instituciones sociales. A raíz de esto, la reflexión de Williams propone que “lo que ha alterado nuestro mundo no es la televisión, ni la radio, ni la imprenta como tales, sino los usos que se le da en cada sociedad”. Por este motivo, el autor hace hincapié en la importancia de la distinción entre técnicas y tecnologías. Así es que Williams establece que “una técnica es una habilidad particular, o la aplicación de una habilidad. Un invento técnico es, por consiguiente, el desarrollo de dicha habilidad. En contraste, una tecnología es, en primer lugar, el marco de conocimientos necesarios para el desarrollo de dichas habilidades y aplicaciones y, en segundo lugar, un marco de conocimientos y condiciones para la utilización y aplicación prácticas de una serie de ingenios”. Como consecuencia, una tecnología siempre es social y está necesariamente ligada a otras relaciones e instituciones sociales.

Por otro lado, en el texto utilizado como ejemplo para el análisis, pueden observarse las variables generacionales y su implicancia dentro de lo que conforma el proceso de masificación de las tecnologías de la información y la comunicación. En este sentido, así como lo expresa Williams, las instituciones dedicadas al entretenimiento cotidiano, asociadas durante mucho tiempo con la ciudad y con la forma del teatro escénico, se extendieron de golpe, con cierta continuidad hasta una etapa muy posterior, con el predominio de la televisión. A esto se le suma la reflexión de Mansell, quien agrega que los procesos sociales asociados al aprendizaje y a la creación de nuevo conocimiento y los entornos en los que ocurren estos procesos, son la base para evaluar el potencial de alteraciones en el proceso de intercambio de información y en el proceso que contribuye a la generación de nuevos significados.

Otra de las aristas por la cual puede ser abordado el texto, es el análisis de la cuestión generacional dentro de los procesos de mediatización de la cultura. En este sentido, la adopción, apropiación y uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), no es el mismo en los individuos llamados nativos tecnológicos que en quienes fueron los protagonistas del desarrollo de estas técnicas y debieron adecuarse a su implantación y expansión social. En este contexto, María Cristina Mata conceptualiza la cultura mediática, manifestando que este proceso de mediatización constituiría un nuevo modo en el diseño de las interacciones, una nueva forma de estructuración de las prácticas sociales, marcada por la existencia de los medios. En relación a esto, la autora plantea que la mediatización de la sociedad nos propone la necesidad de reconocer que es el proceso colectivo de producción de significados a través del cual un orden social se comprende, se comunica, se reproduce y se transforma, al que ha rediseñado a partir de la existencia de las tecnologías y medios de producción y transmisión de información y la necesidad de reconocer que esa transformación no es uniforme. Estos procesos provocan modificaciones espacio- temporales y operan a través de lógicas de exclusión de la experiencia frente a la experiencia mediatizada, es decir, coloca a los medios de comunicación como principales productores de la realidad. En este sentido, quienes nacieron de la mano de las TICs son los principales protagonistas de esta cultura mediática que, como plantea Mata, presenta la capacidad de confundir el mostrar/ver con el ser/saber en el orden de las representaciones.

Como conclusión utilizaré una reflexión que la autora cita de Subirats: “Junto al proceso concentracionario de lo real, y de su confinamiento simbólico como package informativo, se constituye la masa electrónica…Una masa inducida, definida y controlada por las instancias meta-discursivas del flujo electrónico…la masa confinada dentro del espacio y tiempo virtuales que estos medios de comunicación definen, desde su disposición física o biológica en el asiento frente a la pantalla, hasta su producción metonímica de imágenes automatizadas”.

Por Manuela Papaleo.